
Cuando se mide una propiedad y se obtiene un valor numérico, realmente lo que hacemos es obtener una comparación con el patrón de medida. En consecuencia, la medida de las propiedades no es un valor absoluto sino un valor relativo que se compara con la medida patrón de esa propiedad. Para explicarlo mejor: Si una persona se dice que pesa 75kg; realmente estamos diciendo que pesa 75 veces el peso que se ha decidido que sea la unidad patrón de la masa, el kg; y un kg se corresponde con el peso de un litro de agua. Sin embargo como patrón para la masa podría haberse decidido otra cosa, como por ejemplo, el peso de un litro de mercurio o el peso del 10 litros de agua.
La incertidumbre en la medida
A la hora de medir propiedades de cualquier sustancia; siempre se suelen cometer errores en la medición, y además los instrumentos de medida no son perfectos; por lo tanto no se puede conseguir nunca el valor exacto y absoluto. Por ejemplo, medir la masa de una muestra supondría obtener un número con infinitas cifras decimales para conseguir el valor absoluto.
A los errores producidos por que los instrumentos de medida no estén bien calibrados se les llaman errores sistemáticos. Se caracterizan por reporducirse en cualquier medida. Los errores provocados por la pericia del investigador son errores accidentales.
Las medidas tienen dos atributos; la precisión que se refiere a la proximidad de los resultados y nos indica la desviación media de las medidas respecto al valor medio; y la exactitud que indica cuánto se acerca la medida o medidas al valor real de lo medido; es decir, es la desviación de las medidas respecto al valor que se considera exacto.
Los valores obtenidos en mediciones se deben dar de forma que solo el último dígito sea incierto. Por ejemplo:
Masa de una muestra 25,184 ± 0,002 g, pero no es del todo correcto 25,184 ± 0,02 g
Las propiedades del error
El error también puede ser considerado como una magnitud más. Así pues tenemos el error absoluto, que es la diferencia entre el valor obtenido en la medición y el que se sabe que es el correcto o exacto; y el error relativo, que es el cociente entre el error absoluto y el valor exacto.
Por ello un protocolo, sistema o equipo de medición se considerará válido, si además de ser preciso y exacto, presenta alta resolución, es decir, que el sistema pueda ser capaz de detectar y medir pequeños cambios (cuanto más pequeños mejor) en la propiedad que se está midiendo.